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miércoles, 29 de junio de 2011

Arriesgadas decisiones correctas

Ayer, mientras decidía qué debía hacer con respecto a una situación, una persona me contó lo sucedido a un hombre del que le habían hablado:

Él (le llamaré Juan, para hacer más entendible la historia) era jefe de un departamento de cierta organización, y para un nuevo trabajo en el que se iban a ocupar, subió a unos empleados de otra área. La tarea que ellos debían realizar era muy delicada, ya que manejarían grandes sumas de dinero, y debían ser muy honestos con respecto a ellas; ellos lo sabían, ya que Juan se los había explicado. Pasó el tiempo, y sin que éste lo notara, sus subordinados empezaron a extraer dinero de lo recaudado y a registrar montos falsos en el sistema. Cuando él lo notó, les habló duramente, dándoles un ultimátum. Ellos hicieron caso omiso al mismo y siguieron con sus acciones deshonestas. Como eso no podía seguir así, el hombre denunció a sus superiores lo ocurrido y éstos rápidamente tomaron medidas, despidiéndolos. Más tarde los empleados se enteraron de quién había comentado lo que ocurría, y esperaron con palos a que Juan saliera de su trabajo.Cuando este llegó hasta el estacionamiento lo atacaron, y como (gracias a Dios!) habían unos guardacoches cerca del lugar, no recibió muchos golpes, porque éstos lo defendieron.

Hay veces en las que tomar decisiones  puede ser difícil. La pregunta es, me arriesgaría aunque estuviera en juego mi seguridad? Esos son los principios que realmente cuentan, los que quedan tras una situación complicada en la que éstos están en juego. Juan no lo dudó, simplemente hizo lo que era correcto.

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