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miércoles, 22 de junio de 2011

Dulce Viejecita

Una delicada lágrima resbalábase,
Llevando consigo el cruel lamento,
Un amor desgarrado,
Y una pena inmerecida.

Cuántos años habían pasado,
De dejadez y sufrimiento,
En los que el yo no había sido considerado,
Dejándoselo a otro.

Desalmado sería!
Quién no daría su vida,
Por una como la de ella,
Agotada de lamentos!

Anciana la vi,
No la conocí de antes.
Aún se veían los vestigios,
De una casi extinta belleza.

Y Ahora en sus años canos..
Pobre de ella!
Abandonada por aquél a quien amó,
Hijo suyo, el dueño de sus energías.

Y allí la dejó, entregada a su suerte,
A manos, aunque buenas, desconocidas,
A las que el tiempo que restaba,
Ya no alcanzaba para comprender.

Así, recostada en mullida silla,
Quedó la dulce viejecita,
Intentando entre lágrimas recordar
Quién era aquél que la había olvidado.

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